Vicentinos en Campamento Científico



Vicentinos asistieron a campamento científico en Parque Tantauco

Cinco estudiantes del Colegio San Vicente asistieron en marzo al campamento científico Bayer Kimlu en Parque Tantauco, Chiloé, que reunió a 40 escolares de Chile y Argentina con altos conocimientos y expectativas en torno a la ciencia. Andrés Bustos, Sebastián Carrasco, Roberto Muñoz, Daniela Montenegro y Francisca Villalobos, estuvieron durante 10 días viviendo una gran experiencia de vida, cuya asistencia fue de los premios por haber obtenido el primer lugar del concurso nacional “Soluciones para el Futuro” de Samsung.

La actividad, desarrollada por la Fundación Ciencia Joven en conjunto con Parque Tantauco, tiene por objetivo contribuir a mejorar la educación científica para formar a la próxima generación de jóvenes líderes en ciencias de Chile y América Latina. Está dirigida a jóvenes de entre 14 y 8 años, y tiene un programa de formación integral que incluye investigación científica en terreno, rutas de trekking como el sendero Bosque Hundido y actividades socio-recreativas en las zonas habilitadas del parque.

El grupo de jóvenes vicentino volvió maravillado de la experiencia, llenos de ideas, desafíos personales y proyecciones en torno a la ciencia. Francisca Villalobos, una de las asistentes, explicó que “Lo aproveché mucho. Pude compartir con jóvenes que tienen los mismos intereses nuestros, que es la ciencia y dejar un legado al respecto. En esos 10 días, nos formaron como líderes científicos, con la idea de mejorar el mundo sin importar la carrera que escojamos o lo que hagamos con nuestras vidas, nos inculcaron el liderazgo y la oportunidad de elegir un futuro. La mayoría de los jóvenes que asistió quiere dedicar su vida a la ciencia y la carrera que escojamos es solo una herramienta para cumplir nuestros sueños”.

De los 40 asistentes, 25 eran chilenos y 15 argentinos, a los que se sumaron 10 monitores. “Aparte de nosotros, que asistimos como ganadores del concurso, los chicos -tanto chilenos como argentinos- debieron postular a un cupo, para lo cual debieron realizar diversos y exigentes trabajos especiales como videos, encuestas, etc. Con todos ellos, sin importar su procedencia, “nos afiatamos mucho y formamos grandes lazos, pudimos conocernos bastante”, agrega Francisca.

Roberto Muñoz cuenta que “dormíamos en domos de 8 camas cada uno, 3 domos de mujeres y 3 de hombres. Comíamos en un comedor al aire libre que se llama fogón. Y las actividades eran en otro sector llamado Quelcún. Debíamos caminar mucho para llegar a cada lugar. El paisaje del parque es maravilloso, inmerso en la naturaleza”. Daniela complementa que “podíamos apreciar las especies presentes en vivo, había muy poca intervención humana, de eso es lo que más se preocupa la administración del parque. Con nuestros residuos plásticos realizamos reciclaje a través de ladrillos ecológicos, nos trasmitieron la conciencia e importancia por no intervenir el paisaje y proteger la flora y fauna, ya sea a través de dejar cero residuos, así como también de evitar la contaminación acústica”.

Por su parte, Sebastián Carrasco explica que “había muchas actividades recreativas. Por ejemplo, tuvimos distintas charlas de diversos temas, como estadística, fauna chilena, ciencia, sobre el parque. También, dictaron talleres de diversos temas, como ingeniería, cardiovascular, rocas, minerales, aplicación didáctica de la ciencia, microbiología, fisiología, sistema cardiorespiratorio y cardiovascular. Hicimos actividades al aire libre como varios trekking de hasta 15 kilómetros, o paseos en kayak”. Francisca agrega que “teníamos una bitácora con actividades diarias y teníamos que llenar un diario como el de Darwin. Cada noche finalizábamos con un focus group”.

Agrega Roberto que “el hecho de estar con argentinos fue de gran aprendizaje, porque tienen una personalidad tremenda y eran todos secos, la mayoría ya había recorrido varios países asistiendo a campamentos científicos en Europa, Estados Unidos y América”, y Francisca añade que “se nota que en Argentina fomentan e invierten mucho en desarrollo científico desde la etapa escolar, todos habían asistido a muchos campamentos y habían tenido muchas más oportunidades que un escolar chileno de participar en actividades de este tipo. Varios hablaban más de un idioma y sus expectativas en torno a la ciencia eran muy altas”. Daniela agrega que “la mayoría ya se conocía porque había asistido a Expedición Ciencia que es un campamento científico que se desarrolla en Argentina”.

“Volvemos muy motivados y, al menos yo, reafirmé mi vocación de dedicar mi vida a la ciencia. Hacer ciencia desde la guata, como nos decían. La ciencia es una emoción y lo veo como una oportunidad de mejorar el mundo”, dice Francisca.

“Esta oportunidad despertó mis ganas de seguir investigando y conociendo junto a personas de mis mismos intereses, porque uno se puede apoyar en el otro, sacar más información, crecer juntos”, dice Daniela.

“Fue enriquecedor el alto nivel intelectual y académico de los asistentes. Quedé sorprendido. Y que trabajáramos a la par, dando ideas y apoyando de forma entretenida y creativa, fue genial. Los jóvenes que estaban ahí no eran “ñoños” o “bichos raros”, sino jóvenes comunes y corrientes con grandes capacidades y curiosidad por el saber. Una forma muy didáctica y muy distinta de aprender en comparación con el plan curricular escolar. Realmente se aprende mucho de manera creativa, en contacto con la naturaleza y es realmente fantástico. Por ejemplo, yo antes quería estudiar tecnología médica, pero luego de ir al campamento me estoy replanteando y viendo hacia dónde quiero apuntar. Me abrió un mundo”, concluye Roberto.

“Yo quiero seguir fomentando mi lado científico, pero ahora con miles de perspectivas, tal vez más investigativas. Ingresamos a una red formada por todos los campers de distintas generaciones que se reúnen una vez al año a compartir experiencias y también comparten información sobre lo que ha sido de sus vidas después del campamento y cómo han desarrollado su vocación científica”, dice Sebastián.

Y concluye Andrés Bustos: “aprendí a desarrollar mi liderazgo, que es lo que más se fomentó en el campamento. Se me grabó la idea de que nosotros somos el futuro y que para hacer ciencia debemos aprender a liderar los próximos equipos de trabajo y las próximas investigaciones”.

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También, en el siguiente link un interesante reportaje que realizó la revista Qué Pasa sobre el campamento: LEER REPORTAJE

 
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